Título original:
Shin Gojira
Año:
2016
Fecha de estreno:
20 de Enero de 2017
Duración:
120 min
País:
Japón
Director:
Hideaki Anno, Shinji Higuchi
Reparto:
Satomi Ishihara, Hiroki Hasegawa, Yutaka Takenouchi, Akira Emoto, Kengo Kôra, Jun Kunimura, Ren Ohsugi, Mikako Ichikawa, Pierre Taki, Mark Chinnery
Distribuidora:
A Contracorriente Films
Pocos podrían haber
vaticinado en 1954, cuando se estrenó Japón bajo el terror del
monstruo, que Godzilla pasaría a ser un icono mundial, aparte de
dar pie a un nuevo género, el de los kaijû eiga, que ha
generado una enorme cantidad de dinero en en continente asiático.
Esta primera aparición en la gran pantalla no era sino una
representación de un terror muy real asentado en la población
nipona: el miedo a la energía nuclear, desatado tras los bombardeos
de Hiroshima y Nagasaki en 1945. Así, ese temor cobró forma y fue
evolucionando según lo hacían los mismos japoneses, pasando incluso
a ser un héroe para Japón, salvándola de otros kaijus.
Ahora, tras dos producciones totalmente americanas y tras el
terremoto que derivó en el desastre de la central nuclear de
Fukushima en 2011, Japón reclama a su rey de los kaijus y la famosa
Toho vuelve a producir, tras 12 años, una película de su legendaria
bestia. Con Shin Godzilla, se vuelve la mirada a los orígenes,
y el monstruo gigante nos devuelve el terror al desastre nuclear.
Han pasado más de
sesenta años, tiempo en el que se han hecho más de treinta
películas en todo el mundo protagonizadas por esta bestia de enormes
proporciones. Para esta especial reinvención del clásico, se ha
contado con dos directores como Hideaki Anno (Neon Genesis
Evangelion) y Shinji Higuchi (Ataque de los titantes,
versiones en imagen real). Este último también es el cabeza de los
efectos especiales, por sus trabajos previos en los efectos
especiales de kaijus en los ochenta y noventa. ¿Pero qué aporta
Shin Godzilla como película? Para ello primero hay que
atender al doble significado de la palabra 'Shin' en japonés, ya
que, entre otras acepciones, significa tanto 'nuevo' como 'Dios', por
lo que el título juega las bazas de presentar una nueva entrega de
Godzilla, amén de un nuevo formato (es la primera vez que Godzilla
está hecho totalmente de CGI, en este caso mediante captura de
movimientos) y su condición de figura todopoderosa. Esto es
importante, sobre todo para el espectador no versado en el género
japonés y que tan solo tenga como referencia films de monstruos
americanos, ya que el Godzilla japonés dista de la representación
más “realista” que quiso hacer Emmerich y cia o del Godzilla de
Gareth Edwards, más orientalizado de lo que muchos esperaban. El rey
de los kaijus, es, precisamente bautizado así, por sus poderes
destructivos, como su famoso aliento atómico, además de su
prácticamente imposibilidad de ser destruido. Tampoco recomendaría
la película para quienes deseen la típica película de monstruos
destrozando el mundo, ya que pueden llevarse un más que sonoro
chasco, como ya pasó con la infravalorada versión del Godzilla de Gareth Edwards.
Sí, evidentemente Shin
Godzilla posee escenas antológicas en este sentido, pero
bastante escasas para las dos horas que dura. Pero es que no es su
pretensión. La mirada de la película está dirigida entre
bastidores, con bastante ironía y humor negro, a las mesas y
reuniones de los políticos, que superados por la situación,
intentan poner orden y solución al tremendo problema que se les
avecina. No es vano, Hideaki Anno cita como una de sus referencias a
La red social de Fincher, instando a los actores a marcarse
diálogos a velocidades superiores a las normales, emulando a
políticos y burócratas en sus ámbitos habituales. Eso se traduce
en que, a los que nos gusta ver el cine en versión original
traducida, nuestros ojos deben ir a la velocidad de la luz para leer
tanto diálogos como la profusión de carteles informativos (para
fans de los detalles informativos, Shin Godzilla será una
delicia, se explica TODO, cualquier armamento o político tiene su
cartelito explicativo debajo).
Por tanto, Shin
Godzilla pertenece al kaijû eiga, sí, pero lo utiliza, como en
1954, con fines de crítica política, en este caso con bastante
humor e ironía. No hay más que atender al detalle cuando se utiliza
coagulante para frenar a Godzilla de la misma forma que se usaron
para enfriar los reactores de Fukushima para ver que los paralelismos
están patentes. La película, en ese sentido es una disfrutable
sátira política + monster movie de trasfondo bastante curiosa.
Además no exenta de guiños a las anteriores películas, como esa
primera forma de Godzilla, que aunque sea haya realizado por
ordenador tiene una textura de muñeco de goma, totalmente aposta,
para recordar el primer modelo de Godzilla. Y atentos al guiño a los
Estados Unidos cómo se desarrolla su asunto, pues el mensaje que se
desprende se puede resumir en, irónicamente lo que cantaba uno de
sus compatriotas: A mi manera.
7/10
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