jueves, 9 de enero de 2014

The Grandmaster. Más vertical que horizontal.




Título original:
Yut doi jung si (Yi dai zong shi) (The Grandmaster)
Año:
2013
Duración:
123 min
País:
Co-producción Hong Kong / China
Director:
Wong Kar-Wai
Reparto:
Tony Leung Chiu Wai, Zhang Ziyi, Zhao Benshan, Chang Chen, Brigitte Lin, Zhang Jin
Distribuidora:
Golem




Las películas de artes marciales, por lo general, no suelen gozar de gran reputación entre los espectadores y los críticos, a pesar de haberse hecho películas muy loables como La casa de las dagas voladoras, Hero, Tigre y Dragón u Operación Dragón. Ahora llega Wong Kar-Wai dispuesto a darle el reconocimiento que se merece al Kung Fu, no ya como género cinematográfico, sino como arte marcial y filosofía de vida.
En 1996 ya le surgió la idea de llevar a cabo una película sobre un maestro de Kung Fu, aunque investigando y escribiendo, decidió ampliar la visión de la película para contar la historia del mundo de las artes marciales durante la época republicana (1911-49), la edad dorada del Kung Fu chino, sus rivalidades, tragedias y misterios.

Con esto, el primer fallo de la película ya lo vemos desde su marketing, donde te venden la película como “la leyenda del maestro de Bruce Lee” y no es que ni se le nombre en toda la película, es que en varios pasajes de la película ni siquiera es el personaje de Ip Man (su maestro) el protagonista de la acción. De hecho, la película carece de un verdadero protagonista y según la acción se centra en ciertos personajes y su historia, creando la sensación de cierta confusión al espectador.
Esta sensación de desconcierto es bastante recurrente, no sólo por este aspecto sino porque la película parece que pierde el norte narrativamente muchas veces y que se centra más en lo técnico lastrando la historia que se desea contar.


Además, no ayuda que momentos clave como la muerte de un personaje estén mal resueltos y el espectador llegue a pensar incluso si entre pestañeo y pestañeo se ha perdido la escena donde se justificaba dicha muerte. Pero no, esta sensación de falta de metraje cobra especial sentido si atendemos al dato de que de la versión inicial de unas cuatro horas de duración, a los cines llega una versión recortada de la mitad, tan sólo dos horas.
Esto saca a relucir el dicho “quien mucho abarca, poco aprieta” y menos si haces una escabechina en la sala de montaje recortando información necesaria.

El resultado es una película de cierta belleza visual pero floja de historia y narración, con personajes poco desarrollados (“el navaja” parece que está de paso...) y una producción de unos seis años que no luce como debería.
De hecho, si el aspecto más significativo de la película es, junto a la banda sonora, su fotografía y las coreografías de Yuen Wo Ping (ilustre coreógrafo de escenas de acción que ha trabajado en películas como El mono borracho en el ojo del tigre, Matrix, Tigre y Dragón o Kill Bill), incluso aquí no se saca todo el partido posible.
En la búsqueda incesante de planos bellos y destacados, se acaba abusando de planos cortos y ralentizados que acaban haciéndose repetitivos y encima restan importancia a lo que de verdad importa: los movimientos de las distintas artes marciales. Cuando la cámara usa los planos zenitales, aporta una gran visión de las peleas, pero los incesantes y muchas veces innecesarios planos detalle de pies o puños golpeando paredes o goteando bajo la lluvia dentro de una pelea trepidante crean la sensación de estar perdiendo gran parte del trabajo de los actores, que tuvieron que aprender las distintas artes marciales representadas en la película, ya que son ellos mismos los que pelean, no hay dobles que valgan. Ese afán de realismo en el guión pero lastrado por “el plano más bello” acaba por deslucir el aspecto más interesante de toda la película. 
 

Pese a ello, los amantes de las artes marciales o el cine asiático, sobre todo de Wong Wak-Wai encontrarán ciertos aspectos interesantes en su visionado, aunque más de uno no pueda evitar cierta sensación de decepción.
Si al principio de la película, Ip Man nos dice “Kung fu: dos caracteres. Uno horizontal, uno vertical. Aquellos que están equivocados… caen. Solo el último que quede de pie al final, está en lo correcto. ¿No es cierto?”, me temo que The Grandmaster tiende más a lo vertical que a lo horizontal.

6/10

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