La andadura de Águila Roja por el camino de la heroicidad y el descubrimiento de su tumultuoso pasado llega un jueves más a congregarnos frente al televisor. 71 capítulos después, Gonzalo de Montalvo continúa triunfando aunque lo tenga todo en contra: malos hermanos dentro de la serie, y grandes hermanos fuera. Antes de descubrir los hechos que ocurrieron ayer en la historia del héroe, ¿por qué no recordar que pasó en el capítulo de la semana pasada?
Águila Roja nos ha enseñado dos
cosas. La primera de ellas es que se puede ser profesor en una serie y no salir
nunca dando clase. La segunda es incluso más importante: los malos siempre
pueden ser peores. El gran argumento de este capítulo versa sobre un atentado
que el Rey maquina contra el primer ministro de Francia junto al Cardenal. El
plan no es nada sencillo, sin embargo. Ambos deciden organizar un concurso para
elegir a la mujer más guapa del reino. La afortunada se presentará en París
ante el primer ministro, pero no por mucho tiempo; su vestido explotará y
terminará con la vida del francés. También con la de la muchacha, cierto, pero
eso es un daño necesario, colateral.
Al concurso se presenta la
Marquesa, que quiere ganar y salir del reino con su bebé sin levantar
sospechas. El niño lo tiene escondido, pues sabe que la Reina va detrás de él.
También se presenta al mismo una sobrina de Catalina (Pepa Aniorte), jefa de
los criados de Palacio. Ante el descontento del Rey sobre la idea del Cardenal
de nombrar ganadora a Lucrecia, es la joven la elegida. Por orden de la
marquesa, parte hacia París con su hijo, que tendrá que entregar a una familia
allí. Más tarde, Lucrecia se entera de los macabros planes del Rey, y pide a
Hernán que salve al bebé. Hernán va camino de París pues el Cardenal decide
traicionar al Rey y avisar al primer ministro francés de la explosiva visita que va a recibir.
¿Y el protagonista? Verán, la Reina no se encuentra demasiado complacida ante la idea de que los colonizadores españoles en América tengan descendencia con las mujeres autóctonas, así que decide mandar a algunas de aquí para tal cometido. En una -poco estudiada- estrategia, Gonzalo convence a Satur de que se haga pasar por una de ellas y, desde dentro, logre liberarlas. Obviamente el plan sale estrepitosamente mal y, al final, es Águila Roja el que logra rescatarles.
En otro orden de cosas, aparece
una irremediable tensión sexual por resolver entre Nuño e Irene. Queda un poco
feo pues sabemos que son tía y sobrino. Aunque a estas alturas poco nos podemos
escandalizar: Nuño es hijo de Hernán, que está casado con su hermana, Irene.
Luego pasa lo que pasa.
¿Y Margarita? Porque sabemos que
Margarita, la pobre, no se puede aguantar un día sin su penuria particular.
Esta vez su salvador no es su cuñado Gonzalo, no. Es rescatada de su cautiverio
gracias a la ayuda del Monseñor Adrián Vega, aquel que apareciera la semana
pasada no sabemos muy bien para qué. Está claro que el buen samaritano del
Monseñor tendrá algún tipo de interés especial en la mujer, sino de qué.
Porque yo... soy un truhán, soy monseñor. |
Los seguidores de la serie están hablando: algunos echan de menos al propio protagonista de la serie, otros piensan que sobran cámaras lentas y hace falta acción. También es cierto que Gonzalo y Margarita llevan desde el inicio de temporada sin encontrarse como solía ocurrir en un principio. Y que el hijo de Gonzalo, en serio, no puede ser tan tonto y querer dárselas tanto de héroe (pretende salvar a las chicas por su cuenta). En definitiva, y digan lo que digan, esta temporada lleva grabada ya cierto tiempo. Solo nos queda esperar a que los nubarrones –y algunas tramas- despejen un poco la historia de Águila Roja.
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