Título original:
Wonder wheel
Año:
2017
Fecha de estreno:
22 de diciembre de 2017
Duración:
101 min
País:
Estados Unidos
Director:
Woody Allen
Reparto:
Kate Wislet, Juno Temple, Jim Belushi, Justin Timberlake, Max Casella, Jack Gore, David Krumholtz, Tony Sirico
Distribuidora:
A Contracorriente
Si algo tiene de bueno
Woody Allen es que hasta en sus trabajos menos inspirados es capaz de
ofrecernos una película disfrutable y con encanto (ese que tienen
todas sus películas, vaya). Y menos mal, porque sus últimos
trabajos no han estado al nivel de lo que sus fans esperan. Así, no
estamos ante un Midnight in Paris o Blue
Jasmine, pero al menos sube cierto listó con respecto a Café
society. También nos vuelve
un Allen menos cómico que de costumbre, donde la comedia está
bastante diluida y relegada a chispazos puntuales, predominando cariz
tristón y nostálgico, donde un triángulo amoroso y el azar del
destino se hacen con el control de la historia.
La
acción nos sitúa en la Coney Island de los 50, donde se nos
presenta una especie de maestro de ceremonias (el personaje de Justin
Timberlake), un salvavidas con aspiraciones a escritor que nos relata
la historia de Ginny (Kate Winslet), una mujer que va a entrar en la
cuarentena y su matrimonio poco satisfactorio con Humpty (Jim
Belushi). Esa crisis matrimonial (y personal) se complica además
cuando aparece en escena Carolina, hija del primer matrimonio de
Humpty, que está siendo perseguida por los matones de su ex marido
mafioso. Para más inri, el hijo de Ginny (fruto de su primer
matrimonio y no de Humpty) tiene tendencias pirómanas, lo que le
complica aún más la vida a Ginny.
Toda
esta trama rocambolesca en un principio se resume en realidad en un
triángulo amoroso y, principalmente, en una introspectiva visión
sobre la vida y el pasar de los años. Hacerse mayor no es cumplir
años, sino acumular errores y fracasos, viene a decirnos el director
neoyorquino, y así el personaje de Ginny, que va a cumplir los
cuarenta, acumula una vida de decepciones y errores. Al conocer a
Mickey Rubin (Timberlake), encuentra en él el método para soñar y
volver a ilusionarse con la vida, esperando cambiar su fortuna. Y es
que el azar y el destino juegan bastante en la historia, esa wonder
wheel o noria del título y del
parque de atracciones de Coney Island simbolizan el vaivén de la
vida de Ginny (y la de todos), donde uno se sube pero ya no puede
bajar, sino ver cómo transcurre su alrededor. A este aspecto, la
ambientación y fotografía de Vittorio Storaro es excelente, de lo
más llamativo de la película. La pega es que realmente no participa
mucho en la acción dramática y se queda como mero lucimiento
visual. Una pena lo desaprovechado del entorno.
Kate
Winslet es la ama de la función y el otro gran reclamo de la
película. De hecho, la mayoría de personajes son títeres a las
órdenes de Allen para el devenir de la historia, a excepción de
Ginny, que es el eje de la trama y está mejor trabajado, y
seguramente también porque es con el que más se identifica el
director y se nota. Y la actriz sabe darle personalidad y presencia.
Wonder wheel
destila aroma teatral (sin que suene esto a algo peyorativo) y a
historia añeja. Cumplidora si gustas de estilo Alleniano, aunque si
vas a su encuentro bajo de moral, el mazazo final podría dejarte en
el sitio, ya que cuando acaba, no hay personajes, sino uno mismo y su
pathos.
El
ser humano advocado al error y al fracaso. La quimera del amor y el
romanticismo abofeteadas por la vida misma. La necesidad del
poeta/dramaturgo de alimentar nuestros sueños para hacer más
llevadero el día a día... Aún con el riesgo de embriagarnos
demasiado.
7/10
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