martes, 12 de marzo de 2013

Días de pesca: pescando sin anzuelo



Carlos Sorin despuntó en 2002 con Historias mínimas, película que le dio cierta fama y reconocimiento no solo en Argentina sino también de cara a Europa.
Ahora vuelve a filmar en la Patagonia con Días de pesca (que en España llevará la coletilla de “en Patagonia”, sin saber muy bien el por qué) con otro drama íntimo, donde Marco Tucci, un viajante de comercio de 52 años, después de recuperarse de su problema de alcoholismo, se toma unas vacaciones en Puerto Deseado, donde pasará sus días pescando y aprovechará para retomar el contacto con su hija Ana, de la que perdió el contacto hace años.

Se agradece el buen tacto de Sorin de no forzar dramatismos innecesarios obviando mostrar el pasado alcohólico de Marco, se prefiere mostrar la cuesta arriba que viene después para volver a la vida y al día a día, sobre todo con respecto a las relaciones familiares, cortadas a raja tabla. Tampoco se incide en estas rupturas, se esbozar simplemente para que el espectador intente deducir qué pudo ocurrir exactamente entre Marco y Ana. Ciertas miradas y gestos son los que dan las pistas para la búsqueda interior, la frialdad del reencuentro, el miedo a un pasado que ha debido hacer mucho daño en sus interiores.


Marco es presentado como un hombre nuevo, simpático y cercano, aunque con un lado introspectivo pronunciado. Y, deducimos, no siempre fue así. Le han recomendado que tenga un hobby, para apaciguar el deseo de la bebida, y ha elegido la pesca, aunque al parecer hasta bastante que no la practica.

De este guión sencillo parte Carlos Sorin para mostrar esas historias mínimas que tanto le gustan, de sentimientos no mostrados pero a la vez palpables. ¿El problema? Es todo tan sencillo que casi no despierta el interés del espectador, la poca información que tenemos de los protagonistas acaba jugando en su contra, y los ochenta minutos que dura se acaban haciendo pocos. Es raro que se eche en falta metraje y no sea al revés, pero en Días de pesca, se hecha en falta más subtramas atrayentes, ya que la del amigo que lelva luchadoras de boxeo o la de la misma pesca quedan bastante pobres, y si la historia principal no tiene la fuerza necesaria para enganchar y no hay tramas secundarias que levanten el vuelo, la interesante trama acaba haciendo aguas en un espectador anestesiado.

Una pena que un producto interesante en su propuesta, con una fotografía trabajada y una banda sonora monotemánica pero preciosa, acabe sucumbiendo por falta de fuerza en la historia y en la puesta en escena. Con un repaso al guión, sin cambiar grandes cosas, se podría haber conseguido una película igualmente sencilla pero de mayor calado.


Seguramente habrá quien piense que así está perfecta, pero queda limitada a un sector muy minoritario, y más supeditada a que la historia que se imagine el espectador sobre el pasado de Marco y Ana sea lo que realmente le otorgue los puntos extra que le faltan a la película.
Aun con todo, un interesante ejercicio el de Carlos Sorin, aunque no llene las expectativas como uno desease.

5/10

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