El debut en el
largometraje de Boudewijn Koole ha conseguido conquistar a la crítica
de varios países, siendo elegida por su país para representarlo en
los Oscars, aunque no llegó a entrar en la preselección final.
Antes de Kauwboy, Koole había trabajado en mediometrajes,
alguno incluso para la televisión holandesa, pero aquí hace su
debut en el largometraje, contándonos la historia de Jojo, un niño
de diez años falto de cariño paterno, ya que su madre al parecer se
encuentra de gira con su grupo country, mientras que su padre, poco
afectivo, se encuentra afectado por la situación y con frecuentes
arrebatos agresivo-depresivos. Para combatir esta carencia, Jojo se
escuda en el waterpolo, donde recientemente se ha apuntado Yenthe,
una niña con la que hace buenas migas. Aparte, Jojo encuentra una
cría de grajo y decide cuidarla.
Con
la sencillez que suele caracterizar las óperas primas, Koole se
entrega de lleno al personaje de Jojo y su relación con el grajo (al
que llama Jack), mientras vamos conociendo poco a poco los detalles
de su situación familiar y su amistad con Yenthe. No existen alardes
de guión, de hecho la historia puede ser un tanto previsible cuando
llega a cierto punto, pero lo interesante aquí son los momentos, el
mimo con el que se presentan y la buena acompañación musical de
Helge Slikker, basado en las canciones de
la madre de Jojo.
En realidad, la relación
entre Jojo y Jack guarda cierto simbolismo con la historia de su
madre, como se irá descubriendo al avanzar en la trama, una pena que
el personaje del padre de Jojo no se sienta todo lo cercano que el de
su hijo, pues habría aportado solidez a la historia y mayores
perspectivas de la situación.
Kauwboy reúne en su
conjunto lo mejor y lo peor del cine minoritario, de pocas
pretensiones pero intenso de emociones. Los detalles a los pequeños
gestos y emociones, un personaje central simpático al que se coge
cariño, bella fotografía y música que acompañan la historia
perfectamente, pero también una historia con algunos flecos no del
todo satisfactoriamente rematados, que mirada fríamente queda en
poca cosa, y algún personaje que daba para más de sí.
Ganadora de dos premios
del cine Europeo, entre otros festivales minoritarios, es de ese tipo
de películas que conquista más por las emociones que por las
virtudes técnicas de la película en sí, que no es que no existan,
pero no destacan por encima de la historia, sino que se supeditan a
ella.
En resumen queda una
buena película agradable y cercana, sencilla y disfrutable al nivel
que se propone, para aquellos que gustan del cine “pequeño”, con
las virtudes y defectos que conlleva.
6/10
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