7
CAJAS
Los
paraguayos deben sentirse orgullosos de 7 Cajas.
No
sólo es que con sus 300.000 espectadores nacionales se haya
convertido en la película más taquillera de la historia de su país,
es que se han abierto camino al difícil mercado internacional,
ganando en notorios festivales como San Sebastián (premio de la
juventud y premio cine en construcción), Palm Springs (New Voices), Mar de Plata (SICA), entre
otros, aparte de la nominación a los Goya en el apartado
iberoamericano.
Cierto
es que aún queda un largo camino por recorrer a la industria
cinematográfica paraguaya, pero Juan Carlos Maneglia y Tana
Schémbori han colocado de forma contundente la primera piedra del
sendero.
Y
ojo, 7 Cajas no
es sólo motivo de celebración para sus compatriotas, ya que supone
un aire fresco para el thriller de acción a nivel general, una
buena apuesta por sacar partido de los pocos medios disponibles, sin
que esto se note en absoluto en pantalla y, pese a lo que pueda
parecer en un principio leyendo el argumento, no llega nunca a
hacerse pesada ni repetitiva.
Tampoco
quiero decir con esto que sea un alarde de una historia novedosa,
sorpresiva o demasiado elaborada, más bien todo lo contrario. De
hecho, el título de una de las famosas obra de Hiroshi
Inagaki, El hombre del
carrito,
sin tener que ver nada en absoluto con la película japonesa, podría
hacer de resumen simplista
De
forma más explayada, narra la historia de Víctor, un joven
carretillero del mercado 4 de Asunción, que obsesionado con las
nuevas tecnologías, quiere hacerse con un móvil con video a toda
costa (en su ingenuidad, quiere formar parte de las fantásticas
aventuras de las películas, y cree que de esta forma estará más
cerca), pero supone demasiado dinero en una sociedad bastante pobre
como la suya. Un día, de forma inesperada, le surge la oportunidad
de un encargo misterioso: transportar 7 cajas a cambio de 100
dólares, que al cambio, son unos 400,000 guaraníes (la moneda
oficial paraguaya), suficiente para complacer su capricho.
Pero,
lo que parece al principio un sencillo trabajo, porque se convertirá
en una peligrosa misión donde siquiera sabe lo que está
transportando...
Como
decía, la historia no es el plato fuerte, sino el guión bien
trabajado que hace de una sencilla historia y pocos medios (un
carretillero, 7 cajas y un mercado) una trepidante historia, sin
escenas de relleno, siempre al grano, en tensión y explotando en un
clímax a la altura de lo esperado. Con esto no digo que no haya
alguna escena surrealista (hablando del sentido común), como que la
gente que persigue a Víctor vaya todo el rato con carretillas, en
vez de ir corriendo sin nada, más ágil, sino que dentro de los
sucesos que acontecen la película, todo tiene su sentido, un hecho
lleva a otro y no hay agujeros en la trama, la tensión va en aumento
hasta el clímax y se resuelve convincentemente. A eso me refiero con
un guión bien trabajado.
Los
personajes quizás podrían haberse trabajado más (sobre todo el
personaje de Luis, interpretado por Nico García puede que sí esté
un tanto caricaturizado en exceso), pero cumplen lo suficiente dentro
del rol, ya que no hablamos de una película de personajes sino que
se centra en el suspense y el ritmo ágil, apoyado acertadamente por,
por fin, escenas de persecuciones bien filmadas que no desafían a la
visión del espectador para entender lo que sucede y captar todos los
detalles, sin perder por ello intensidad en lo contado. Un ejemplo a
seguir para las películas del género, logrando en su conjunto una
película interesante y emocionante, más que la mitad de
producciones americanas del género.
Algo
muy criticado dentro de Paraguay ha sido el uso de los dos idiomas
oficiales: el español y el guaraní (imprescindible la VOS para
entenderla, pese a lo que pueda parecer viniendo de un país
latinoamericano), ya que parece ser que el guaraní que se habla en
la película queda un tanto forzado y poco creíble. Evidentemente
para el público español esto no es valorable, pero, aunque siempre
se agradezcan diálogos trabajados en vez de los prefabricados, en
este tipo de películas, estos aspectos quedan relegados a un segundo
plano, siempre que funcione en su aspecto fundamental: entretener y
mantener la tensión buscada. Y en eso cumple sobradamente.
Musicalmente
hablando, el monotema cumple con su cometido, quizá un par de temas
más para no sonar repetitivo hubieran ido mejor, pero tampoco
destaca negativamente en este apartado.
También
interesante, aunque a nivel más secundario, el trasfondo que se
sonsaca entre las nuevas tecnologías y el nivel de pobreza del país,
donde el antagonista, Nelson, realmente solo responde a la necesidad
de conseguir dinero para pagar los medicamentos necesarios a su hijo.
Por
todo esto, 7 Cajas
es una película a tener en cuenta.
Savia
nueva, con nervio y garra desde el primer minuto, para sacar lo mejor
de un género perdido muchas veces en explotar en lado visual con
efectos especiales pero olvidando que casi siempre menos es más, y
que un guión bien cohesionado y con cuatro elementos bien conjugados
se puede sacar una producción notable, como nos han demostrado Juan
Carlos Maneglia y Tana Schémbori.
7/10
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