Con
Maternity Blues nos encontramos ante el típico caso de un
“quiero y no puedo”, por parte de Fabrizio Cattani, donde se ha
escogido un tema espinoso como el de los infanticidios.
Ante
este tema, caben dos vertientes: una seria, desde un punto de vista
casi didáctico, u otra ficticia y dramática, hecha para fomentar la
venta de kleenex. Y es una pena que se haya decantado por esta
segunda opción.
Basada
en una obra de teatro llamada De Medea, de la propia Gazia
Verasani, que también participa en el guión de la película. El
nombre de la obra hace referencia al 'síndrome de Medea', llamado
así por la mitología griega, cuando Jasón abandonó a Medea y ésta
mata a la amante de su esposo y mató o dejó matar a sus hijos por
venganza.
No
todos los que padecen este síndrome responden a motivos de venganza,
pueden darse otros casos como en la película, por depresión,
psicosis alucinatoria, incapacidad o incompetencia paternal... Y lo
más grave, que no tiene cura, simplemente se puede seguir una
terapia si se interviene a tiempo para evitar males mayores.
De
este síndrome, aunque no se le llegue a mencionar, trata Maternity
Blues, donde cuatro mujeres se encuentran en un hospital
psiquiátrico por matar a sus hijos. Cada una lo lleva a su manera,
pero a todas les une el sentimiento de culpa y el rechazo de la
sociedad. Al menos se tienen entre ellas para, a través de la
amistad, darse una oportunidad.
El
tema tratado es bastante interesante, y se agradece que alguien tenga
el atrevimiento de sacarlo a la palestra.
Se
derriban falsos mitos, como el instinto materno. A nadie le surge por
arte de magia, tras tener un niño, tras el parto. Pero lo que sí
puede surgir es depresión post-parto. Y es que no todas las personas
están preparadas para la responsabilidad que es tener un hijo, tanto
moral como monetarial o temporal. Siempre pensé, personalmente, que
al igual que hay que hacer exámenes teóricos y prácticos para
sacarse el carnet de conducir, deberían existir también para ver si
se está cualificado para ser padre o no. Y tras ver Maternity
Blues, más concienciado estoy de esa idea.
El
problema con la película de Fabrizio Cattani viene al exponer esas
ideas al lado de la pornografía sentimenal, donde parece más
preocupado de emocionar que de comprender la verdadera raíz del
problema. Se esbozan ideas pero se subrayan en demasía las emociones
que acaba irritando al avispado espectador que sabe ver en cada
escena donde nos indica Fabrizio que debemos emocionarnos.
Tampoco
ayuda a meterse en la historia una realización bastante cercana al
telefilme de sobremesa, sobre todo por un guión que no ahonda lo
suficiente en los personajes, sino que se limita a perfilarlos
superficialmente y a mostrar gratuitamente a modo de flashback las
muertes de los niños para intentar sobrecoger.
Es,
sobre todo en estas películas de temas tan serios, donde hay que
dejar aparcado el melodrama para que las emociones exageradas no se
coman el contenido de la trama, lo verdaderamente importante.
Cattani
no quiere mojarse en mostrar culpables, por lo que se lava las manos
a lo Poncio Pilato y deja que el público sea el que juzgue a estas
cuatro mujeres. Pero, paradójicamente, en la película se juzga a la
sociedad que no entiende los problemas de estas personas y se quedan
únicamente con el infanticidio, y se esboza un intento culpabilidad
hacia los maridos que dejan toda la responsabilidad a las mujeres en
la crianza de sus hijos.
Las
medias tintas no funcionan bien en las películas, o juzgas a todos o
a nadie.
Así,
de ideas interesantes, acabamos asistiendo a una película bastante
desechable por no saber tratar un tema con rigor y seriedad, sino
volviéndolo lacrimoso y descaradamente sensiblero, para ganarse el
favor de unos y otros.
3,5/10
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