El
amante de los océanos, John Stockwell, como ya demostró con Al
filo de las olas e Inmersión letal, vuelve una vez más a
sumergirse en las profundidades marinas con Marea letal (cómo
les gusta a los traductores de títulos hacer estos chascarrillos
entre títulos propios de los directores...), una película
protagonizada por la pareja Halle Berry-Olivier Martínez, con todo
el revuelo de su romance post película, que en Estados Unidos no ha
gozado de un buen recibimiento, estrenándose en cines de forma muy
limitada y prácticamente yendo directa al dvd, lo que sorprende un
poco que, en nuestro caso, sí se estrene en cines (aunque es de
suponer que también de forma limitada...).
Y es
que la película carece de gran interés salvo por su lado
semidocumental, ya que la historia que nos cuentan tiene poco donde
rascar, ni mucho menos da para las casi dos horas que dura y todos
sabemos el único camino posible que puede tomar la trama para que
tenga sentido como película, lo que la convierte en altamente
previsible, y el camino hasta dicho final se haga rutinario, de mero
trámite. La película cuenta la historia de una pareja que trabaja
estudiando a los tiburones, en una de sus salidas tienen un percance
y muere un amigo que trabaja con ellos devorado por un tiburón. Esto
afecta a la pareja emocionalmente y deciden separarse. Al año, ella
está sin dinero y a punto de perder su barco embargado, aparece su
marido con una suculenta oferta de un millonario y su hijo, que
quieren nadar con tiburones, fuera de las jaulas habituales. A pesar
de las reticencias iniciales de ella, acabará accediendo por la
necesidad monetaria
A
historias simples, personajes clichés. Eso debieron pensar los
guionistas, pues nos encontramos con unos personajes poco trabajados
con estereotipos preestablecidos que ni se molestan en
desarrollarlos, más allá de un par de datos con la finalidad de que
el espectador empatice con ellos, pero esto no se consigue de forma
tan sencilla, y encima, realmente, no aporta prácticamente nada a la
trama.
Por
si los problemas fueran pocos, hay que sumar que hay dos escenas que
trascurren de noche (la de los cazadores ilegales y el final) que se
hacen difíciles de seguir por la falta de iluminación, no se
muestran claramente los hechos y por ello pierden intensidad.
Así,
se enturbia un poco lo más rescatable de la película, las escenas
submarinas, así como los ataques de los tiburones, donde se nota la
verdadera pasión del director/actor John Stockwell, y donde mueve la
cámara como pez en el agua, consiguiendo escenas de bella factura.
Quizás
debiera sentarse a meditar y plantearse dedicarse más enteramente al
apartado documental que a las películas de ficción. Al menos así
no engañaría a nadie con tramas baratas y nos dedicaríamos a
contemplar felizmente el mundo submarino en todo su esplendor.
5/10
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