viernes, 8 de febrero de 2013

No: el triunfo de la publicidad


Si en 2011 George Clooney nos metía en una campaña política siguiendo a Gosling como director de comunicaciones, Pablo Larraín deja de lado el thriller para plantar cara, incluso con tintes cómicos, a la dictadura de Pinochet. Y para ello nos tiende la mano Gael García Bernal como ejecutivo de publicidad, que es contratado por los líderes de la oposición para que lleve la campaña del NO, que acabará derrocando al dictador. Y para ello deberá agudizar su ingenio y darle un enfoque novedoso a la campaña, hacerla atractiva...
Larraín, que tras sus películas Tony Manero y Santiago 73, Post Mortem, esta es su tercera película sobre la dictadura chilena, aunque el mismo niega que sea una trilogía, no fue pensada como tal, sino que responden a un impulso del director en cada momento de contarla desde un enfoque distinto. El el caso de No, la publicidad juega un papel casi más importante que el político, siendo gran parte del metraje los spots de uno y otro bando, una lucha audiovisual que determinará en parte lo que salga en las urnas.

Presentada en 4:3 y grabada con cámaras propias de los años 80, se fusiona realidad y ficción, material de archivo y rodaje para hacer una única visión, siempre subjetiva, por supuesto, de aquella gente que, pese a que el plebiscito de Pinochet pintaba a todas luces amañado, aprovecharon la oportunidad para llevar el mensaje a un pueblo adormecido: “La alegría está en marcha”


Basada en la breve obra de teatro El plebiscito de Antonio Skármeta, y tras dos años de investigaciones y entrevistas, se fue fraguando el atractivo guión, pero sin duda la gran labor, y donde toma su tono y color, el principal atractivo, es en el montaje. Una labor casi titánica donde a las cuatro horas de rodaje se le añaden las miles y miles de horas de archivos, resumidas en una película de dos horas que nunca llegan a hacerse pesadas, todo lo contrario.

Gael se pone en la piel de René Saavedra, un cínino y exiliado ejecutivo publicitario que poco o nada le importa la política, sólo quiere vender bien sus productos. Y ahí radica otro punto a favor, un protagonista alejado del compromiso político para intentar dar una visión más amplia que la sesgada que podría ofrecer alguien de determinado sector político. No es que sea neutral la película, pero al menos sí ofrece una visión menos moralizante de lo que suelen ser este tipo de películas políticas. De hecho, como reza el título de la crítica, más que un partido político, lo que vence es la publicidad, la más sugerente, y es lo que más me interesa de la película.

Acompañando todo el entramado visual, surgen los himnos musicales, las canciones de los anuncios, alegres y pegadizas, que amenizan y recalcan el mensaje positivo de la campaña del NO, lo que inunda la película de comicidad, haciendo más llevadero los necesarios toques duros y tristes  de la representación de un periodo tan turbulento de la historia chilena.


En definitiva, la película de Pablo Larraín es inteligente, con gancho y suficiente personalidad como para ser una digna candidata al Oscar de habla no inglesa al que opta, quizás sin muchas posibilidades dado el coloso Haneke, pero que al menos le dará buena publicidad y merecida, y, quien sabe, quizás la campaña del NO vuelva a dar el campanazo en, esta vez, otro tipo de votaciones.

6,5/10

1 comentario:

  1. A mi me gustó mucho esta película: apasionada, entretenida, incluso divertida, a pesar de que a priori, con el tema que trata pudiera parecer otra cosa.

    Un saludo

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