jueves, 21 de abril de 2016

Entrevista a Mario Casas, Ingrid García Jonsson y José Sacristán: "Hace no tanto tiempo había que ir al cine. Entonces en el cine ocurría el milagro."


“La voz de la sabiduría.” Mario Casas define así a su veterano compañero de reparto en Toro, José Sacristán. Un hombre de lengua estéril en cabellera y extremadamente fértil en ingenio y, sobre todo, en eso, sabiduría. Entre ambos se encuentra Ingrid García Jonsson, que da vida a Estrella, la novia de Toro, en la nueva película de Kike Maíllo. Y como no podía ser de otra manera, es Sacristán el que con más firmeza sostiene el timón de esta conversación, mostrándose entusiasmado con el mafioso antagonista que interpreta en la cinta: “Lo que me parece emocionante de este personaje es que Toro es un muchacho que trata de escapar de un territorio moral determinado, y entonces Romano no quiere que se vaya de ese territorio por una cuestión de afecto, por un acto de amor hacia este muchacho. Es el hijo que no tiene. La única manera de retenerle es agrediéndole. Es la perversión del poder.”


Sobre el poder, Sacristán, que no tiene problemas para sacudir a izquierda y a derecha, tiene las opiniones claras: La insolencia del poder es que no se para, y lo estamos viendo en la tele todos los días con estos muchachos de los papeles de Panamá. Ellos dicen ‘¿Qué pasa? ¿Dónde está el problema?’ Le pasa al personaje que estoy haciendo de Mamet en Muñeca de porcelana. Cuando el poder se instala en lo económico, lo político, lo social… Se incluye en lo moral.” En cuanto a las motivaciones de Casas para involucrarse en el proyecto, el joven actor también se expresa con convicción: “Kike nos ofreció el proyecto primero cuando no había todavía un guión, no había nada. Ya tenía bastante claro el mensaje y lo que quería contar. Entonces me contó un poco el tipo de personaje que quería. Enseguida dijimos que sí, tanto Luis como yo.Mientras que ese relato ya definido es valorado así por Sacristán: “Esto ocurre en un territorio no solo geográfico, sino moral, intelectual, político, social determinado. Y a partir de ahí, la película luego se expande o se dispara y se incluyen territorios de otros estilos, una suma de géneros. Pero a mí me parece que lo más interesante de esta película es que mantiene las raíces, los perfiles, las señas de identidad de unos personajes.

Tenemos delante a tres de los principales intérpretes de la cinta, pero hay otro personaje al que no se puede entrevistar, aunque nos envuelva: el costumbrismo. Aspecto que Sacristán considera el más llamativo de la producción: “Además la conexión entre mundos de tradiciones y de ancestros y de costumbres y de puñeterías de esta índole, contrastadas con las imágenes de este mismo mundo, retratado por Kike de manera que a veces parece Blade Runner.Aunque no dejamos de encontrarnos ante un thriller de acción, ese agregado de géneros de la que hablaba Pepe, consciente de que conlleva sus dificultades: Lo difícil de hacer películas de género es que no se agredan unos a otros, que en ocasiones suele ocurrir. En ese intento de contar todo y para todos los públicos y que a todo el mundo le guste, luego acaba no gustándole a nadie. Pero en este caso creo que los elementos se complementan y los géneros se suman.”


Rompiendo su silencio, la joven Ingrid García Jonsson, nominada al Goya el año pasado, se pronuncia acerca de la osadía de las nuevas generaciones y de las facilidades de las que disponen: “Antes te tenías que gastar el dinero en el negativo y ahora te lo puedes gastar en una grúa. Entonces los medios de los que se disponen ahora son mayores, se pueden hacer otro tipo de cosas que antes eran impensables.Pero el mundo del cine no es un camino de rosas, ya que ese arrojo tiene sus consecuencias, como apunta García Jonsson: “También los noveles, hablando en mi caso también que no soy directora, pecamos un poco de inconsciencia. Hasta que no te das el trompazo y te das cuenta de que realmente no puedes hacerlo… Lo sueles intentar.Y si sigue habiendo un medio para empezar a llevar a cabo esos necesarios intentos es la televisión, aunque Mario Casas opina que la situación ha cambiado considerablemente en poco tiempo: “Hoy en día la televisión y el cine van de la mano. Cuando yo empecé hubo el bullicio de la televisión. Los actores televisivos que daban el salto al cine. Me parece que todo eso se ha dado la vuelta. Algo que remata Sacristán, Emilio en la popular serie Velvet, desde su experiencia en el medio: “El problema de la tele es que es una hipoteca. Para mí es oxigenante poder estar haciendo teatro, televisión, cine… El prota de una serie de televisión está ahí todo el puto día y otro día y otro. Y como tenga éxito, te pasa como a Imanol.

Para que una película de acción no se convierta en comedia inesperadamente, es vital que las escenas más intensas sean inmersivas para el espectador, que se las crea. Y sobre todo en las secuencias de lucha, Maíllo y Casas logran un interesante resultado, reforzado por el trabajo del actor gallego: “A mí me gusta el thriller, me gustan las pelis de acción, aunque sean malas me entretienen. Pero no me gusta que me mientan, que me escondan al personaje. Con Kike hemos conseguido que las escenas de acción estén bastante creíbles, porque puede enseñar constantemente mi cara. Yo tenía la necesidad de que la violencia era una manera de explicar a este tío, la infancia que ha tenido. Cómo es él por dentro. Entonces no era una cosa de poner yo ahí mis cojones y decir ‘Sí, sí. Lo voy a hacer yo’. No, al final era interesante ver a Toro haciendo las cosas realmente. La acción iba a coger más envergadura.”


La escasez de recursos en comparación con Hollywood hace que algunas veces miremos con más recelo a producciones españolas, que cada vez cumplen con mejor nota en acción. Pero Sacristán, con el realismo de frente, se opone a estas comparativas: “Por una especie de asepsia no conviene intentar compararse. Porque son dos mundos totalmente distintos. Mundos de posibilidades y de mercado y expansión, que no tienen nada que ver.” Para ilustrar su posición al respecto saca a relucir por segunda vez su proyecto teatral actual, Muñeca de porcelana: “Por ejemplo estoy haciendo ahora una función que ha estrenado un tal Al Pacino en Broadway. Entonces, ayer fui a Valdelaguna, que es un pueblo que está cerca del mío, de Chinchón, y tú dices Al Pacino y todo el mundo sabe quién es Al Pacino en Valdelaguna. Y en Wisconsin nadie sabe quién es Pepe Sacristán. Intentar hacer estas comparaciones es mortal de necesidad.” Para apoyar ese talento emergente que nada tiene que envidiar, Sacristán se ha puesto en los últimos años en manos de jóvenes realizadores, aunque no a cualquier precio: Hace no tanto tiempo había que ir al cine. Entonces en el cine ocurría el milagro. La familiaridad con la imagen en movimiento te da una facilidad a la hora de manejar la forma, pero cuidado con los fondos. Porque caes en un mimetismo. Es el problema de la envidia. En España hay cineastas como Alberto [Rodríguez], como [Daniel] Monzón, como Carlitos Vermut con Magical Girl… Que hacen unas películas con una marca, de esto está pasando aquí, pero pueden perfectamente a nivel de producto y acabado competir o dar la cara en cualquier otra latitud o cualquier otro frente.

Aunque los elogios no solo circulan desde el veterano a los jóvenes, ya que Casas confiesa precisamente lo que hemos descubierto también nosotros en esta entrevista, que lo único que puede hacer uno cuando tiene a Sacristán delante es aprender: “He tenido la oportunidad de conocer a actores de su edad a los que no les he visto esa fuerza, ese ímpetu y ese dejarse la vida como si fuese sus primeras películas. Ante Luis [Tosar] y José Sacristán, los jóvenes actores debemos aprender, observar… Y no simplemente cómo interpretan y cómo crean personajes, sino la manera que tienen de llevar todo lo que han llevado hasta ahora. Y por algo siguen estando ahí, en el número uno de su generación.” Boomerang de halagos que vuelve a recoger Sacristán para mostrar su humildad: “Pero todo esto es recíproco, Mario. Además, lo digo con toda la satisfacción del mundo. Porque como decía don Antonio Machado, no hay camino, el camino se hace al andar. Y en este oficio pobre de aquel que sepa que lo sabe todo o casi todo. Primero es un coñazo de aburrido. Y luego, no es cierto. Reconociendo que el conocimiento no solo se adquiere de los mayores y revelando el profundo sentimiento que le vincula a su oficio: “Uno aprende de los que vienen detrás, sin ninguna duda. Porque esto es un salto en el vacío, esto de hacer creer a los demás que eres Hamlet, Otelo… Hay algo ahí que sale, para mí concretamente, empieza en el bajo vientre. Y es el crío que todos llevamos dentro. Las ganas de jugar a ser el mosquetero, el gánster, el pirata… Y que los otros se lo crean. Todo esto es la razón de mi vida. Llevo 60 años en esto. Y van de la mano mi vida y mi trabajo. Porque es la ilusión del crío que, en Chinchón, en los años 40 del siglo pasado, vio una película en el cine de su pueblo y decidió que quería ser eso. Esto es la razón de toda una vida y no puedo si no celebrarlo.”


Y no se podría terminar esta inesperada pero fascinante conversación sin una última lección de Sacristán, en concreto con respecto a los premios: “Yo soy el primero en celebrar cuando toca el monigote como yo les llamo. Pongo la mejor de mis sonrisas y lo agradezco. Pero pobre de aquel que viva pendiente del reconocimiento de los demás. Yo me dedico a algo que no es competitivo, y yo lo sé. Se sabe quién mete más goles, quién llega el primero a la meta… Pero quién es el mejor o la mejor en esto como siempre depende del criterio de unos o de otras. Cuando te toque a ti, de puta madre. Y si no te toca, a otra cosa mariposa. Fernando Fernán Gómez lo decía [se aclara la garganta para citar a su ilustre amigo], ‘Van a ser muchas más las veces que no que las que sí.’ Que te digan, ‘Eres el mejor.’ Pobre de ti si cada vez que te digan que eres el mejor, si te lo dicen alguna vez, que vayas y te lo creas. Porque la has cagado. Y nos despide con una reflexión, y una nueva cita de su idolatrado colega, que Mario e Ingrid deben escuchar atentamente, para proseguir con unas prometedoras carreras, que con Toro han dado un paso más en madurez: En un oficio como este, ejercido en un país como este, como decía mi amigo Fernán Gómez, ‘La mayor medida del éxito es la continuidad en el trabajo.’ Estar ahí siempre, entrenado para encajar los golpes que van a venir. Para no perder el equilibrio.

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