LA COCINERA DEL
PRESIDENTE
La
cocinera del presidente
es el nuevo trabajo de Christian Vincent, un director desconocido
aquí en España pero que en Francia, sin ser tampoco una celebridad,
sus películas conocen muy bien los premios César. Desde su debut en
el largometraje con La
discreta en
los 90, la cual se llevó el premio a mejor ópera prima, sus
largometrajes suelen rascar siempre alguna nominación, aunque
justamente la que nos atañe no se llevó ninguna en los César de
este año.
Etienne Comar (guionista de De dioses y hombres) leyó en 'Le Monde' un artículo sobre Danièle Delpeuch, una cocinera (la única mujer hasta la fecha) que durante unos dos años se encargó de las comidas presidenciales de Fraçois Miterrand en el mismo Palacio del Elíseo. De ahí sacó la idea para la película de la que posteriormente sería guionista y productor. Para sacarla adelante pensó en Christian Vincent, el cual también adora la cocina como el personaje de la película, Hortense Laboire.
Etienne Comar (guionista de De dioses y hombres) leyó en 'Le Monde' un artículo sobre Danièle Delpeuch, una cocinera (la única mujer hasta la fecha) que durante unos dos años se encargó de las comidas presidenciales de Fraçois Miterrand en el mismo Palacio del Elíseo. De ahí sacó la idea para la película de la que posteriormente sería guionista y productor. Para sacarla adelante pensó en Christian Vincent, el cual también adora la cocina como el personaje de la película, Hortense Laboire.
En
la película, podemos ver dos aspectos en la vida de Hortense
Laboire, su etapa pasada como responsable de las comidas
presidenciales en el Palacio del Elíseo, y la actual en una base de
la Antártida. Alternando presente y pasado, en contraste entre ambos
mundos es evidente, pero lo que no cambia es la devoción con la que
Hortense se dedica a su trabajo, su pasión culinaria. Esta comedia
gastronómica sencilla engatusa visualmente según van pasando platos
en la pantalla, como debe ser en una película de estas
características, pero esa sencillez con la que nos hace pasar un
rato entretenido y alegre es a la vez la que hace que igualmente de
rápido se esfume en nuestra memoria. Al igual que los platos
'gourment' que visualmente quedan espléndidos pero que si los miras
frívolamente no llenan ni la mitad del plato ni del estómago, algo
parecido pasa con La
cocinera del presidente.
Catherine
Frot (Odette) encarna
bien a la mujer de origen rural que se cuela como si nada en el
Palacio del Elíseo y, a pesar de no ser muy dada a la cocina, no
desentona en su papel, al igual que Jean D'Ormesson, que sin ser
actor (escrito, columnista, académico y filósofo pero sin idead de
actuación) consigue hacer creíble el papel. Dos papeles que, a
pesar de estar bien resueltos, les falta la chispa de la complicidad,
de ganarse al público más allá de la correcta actuación.
Lo
mismo podría atribuirse a la discreta banda sonora de Gabriel Yared
(compositor de Un
asunto real,
El erizo
o El paciente
inglés,
entre muchas otras grandes bandas sonoras), que pasa bastante
desapercibida. Y es que en general, La
cocinera del presidente es
de esas películas que se dejan ver pero ni entusiasman ni dejan
poso, pueden caer a lo sumo simpáticas pero carecen de la suficiente
fuerza como para decir que su visionado merece la pena. Ni la merece
y ni se arrepiente uno de ello, la simple y llana indiferencia. Y
dejar al espectador con hambre no es buen síntoma.
5/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario