Carlos
Sorin despuntó en 2002 con Historias mínimas,
película que le dio cierta fama y reconocimiento no solo en
Argentina sino también de cara a Europa.
Ahora
vuelve a filmar en la Patagonia con Días de pesca (que
en España llevará la coletilla de “en Patagonia”, sin saber muy
bien el por qué) con otro drama íntimo, donde Marco Tucci, un
viajante de comercio de 52 años, después de recuperarse de su
problema de alcoholismo, se toma unas vacaciones en Puerto Deseado,
donde pasará sus días pescando y aprovechará para retomar el
contacto con su hija Ana, de la que perdió el contacto hace años.
Se
agradece el buen tacto de Sorin de no forzar dramatismos innecesarios
obviando mostrar el pasado alcohólico de Marco, se prefiere mostrar
la cuesta arriba que viene después para volver a la vida y al día a
día, sobre todo con respecto a las relaciones familiares, cortadas a
raja tabla. Tampoco se incide en estas rupturas, se esbozar
simplemente para que el espectador intente deducir qué pudo ocurrir
exactamente entre Marco y Ana. Ciertas miradas y gestos son los que
dan las pistas para la búsqueda interior, la frialdad del
reencuentro, el miedo a un pasado que ha debido hacer mucho daño en
sus interiores.
Marco
es presentado como un hombre nuevo, simpático y cercano, aunque con
un lado introspectivo pronunciado. Y, deducimos, no siempre fue así.
Le han recomendado que tenga un hobby, para apaciguar el deseo de la
bebida, y ha elegido la pesca, aunque al parecer hasta bastante que
no la practica.
De
este guión sencillo parte Carlos Sorin para mostrar esas historias
mínimas que tanto le gustan, de sentimientos no mostrados pero a la
vez palpables. ¿El problema? Es todo tan sencillo que casi no
despierta el interés del espectador, la poca información que
tenemos de los protagonistas acaba jugando en su contra, y los
ochenta minutos que dura se acaban haciendo pocos. Es raro que se
eche en falta metraje y no sea al revés, pero en Días de pesca, se
hecha en falta más subtramas atrayentes, ya que la del amigo que
lelva luchadoras de boxeo o la de la misma pesca quedan bastante
pobres, y si la historia principal no tiene la fuerza necesaria para
enganchar y no hay tramas secundarias que levanten el vuelo, la
interesante trama acaba haciendo aguas en un espectador anestesiado.
Una
pena que un producto interesante en su propuesta, con una fotografía
trabajada y una banda sonora monotemánica pero preciosa, acabe
sucumbiendo por falta de fuerza en la historia y en la puesta en
escena. Con un repaso al guión, sin cambiar grandes cosas, se podría
haber conseguido una película igualmente sencilla pero de mayor
calado.
Seguramente
habrá quien piense que así está perfecta, pero queda limitada a un
sector muy minoritario, y más supeditada a que la historia que se
imagine el espectador sobre el pasado de Marco y Ana sea lo que
realmente le otorgue los puntos extra que le faltan a la película.
Aun
con todo, un interesante ejercicio el de Carlos Sorin, aunque no
llene las expectativas como uno desease.
5/10
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