Tras
la nominación a la palma de oro en Cannes con My Joy, Sergei
Loznitsa volvía al festival, solo que esta vez sí consiguió un
premio: el de la crítica.
Basada
en la novela de Bykov, En la niebla trata de la vida de Sushenya,
un partisano que, tras hacer descarrilar un tren nazi junto a otros
tres compañeros, estos son ahorcados mientras que éste es puesto en
libertad, lo que hace sospechar a tus compatriotas de que les ha
traicionado. Por ello, otros dos partisanos, Burov y Voitik, acuden a
buscarlo para 'ajustar cuentas'.
Esta
historia principal se va intercalando con flashbacks, introducidos
únicamente por un fundido a negro, sobre cada uno de los tres
partisanos.
Con
un ritmo contemplativo que ya demostró en su anterior obra, ausencia
de música, planos largos y continuos planos traseros de los
protagonistas muestran las intenciones de Loznitsa de, más que un
film bélico, es una reflexión sobre la guerra, sobre la gente que
le ha tocado participar en ella y las consecuencias que conlleva. Un
drama intimista que trae ecos del cine de Tarkovski, mostrando unos
personajes fríos exteriormente pero con interesantes remordimientos
en su interior.
Una
interesante propuesta, sin sensiblerías y huyendo de dramatismos
forzados, es un ejercicio notable que, sin embargo, se acaba
estancando en su lentitud. Los flashbacks no muestran gran cosa para
la trama principal, solo datos de unos personajes que no cautivan lo
que debieran, daba esa excesiva frialdad exterior que les
caracteriza. De hecho, de los tres protagonistas, el único que nos
es más cercano es Sushenya, y, por tanto, es el único de los
flashbacks que tiene algo que contar. Aparte de esto, la historia
central se resume en pocas líneas, y se necesita de una voluntad
férrea para no sucumbir en el intento.
No
estoy en contra de este tipo de cine introspectivo, lo veo
estimulante y una gran alternativa al cine de evasión que predomina
en las carteleras, pero para ser un ejercicio satisfactorio es
necesario tocar el alma del espectador. Y, me temo, En la niebla no
se acerca en ningún momento a tal efecto. Si pudiéramos en una
línea imaginaria, en un extremo la desmesurada sensiblería y la
'pornografía sentimental', y, en el otro, la rigidez, la carencia
total de emociones; la película de Loznitsa estaría rozando el
segundo extremo. 'Virtus in medio est' decía Horacio, y es que los
extremos nunca son buenos. Tanto el exceso como el defecto son
problemas a evitar, pues, sin sentimiento, ¿qué reflexión vas a
causar al espectador?
A
los amantes de este tipo de cine le recomendaría la película de
Sergei, pues pese a mis quejas, cada uno es un mundo y seguro que
alguno le ve la emoción necesaria que yo buscaba, pero, desde luego,
a todos los demás, que no confundan una película ambientada en la
Segunda Guerra Mundial con una película bélica de acción y héroes
patrióticos, porque la decepción será mayúscula.
5,5/10
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