Anoche arrancó la ya 10ª Muestra Syfy de cine fantástico que organiza el conocido canal de televisión temático (famoso también por sus mockbusters bastante cutrones).
La primera sorpresa fue que, la habitual introductora de la gala y de cada una de las películas que se van viendo a lo largo de la muestra, la carismática Letícia Dolera, fue reemplazada por Macarena Gómez, que si bien no dudamos de su vena friki, su histrionismo habitual sufrió una evolución anoche, quizás por los nervios de ser su 1ª Muestra como presentadora, dejando una estampa a ratos ridícula, pero que bien sirvió para animar a los asistentes con unas buenas risas.
Después, tras una lluvia de trailers, entre ellos los de Oblivion, El Llanero Solitario, Iron Man 3 y Monstruos University, llegó el preestreno que habitualmente inagura la muestra, que este año tocó a Oz, un mundo de fantasía.
Hace ya 74 años que Victor Fleming dejó huella en millones de espectadores con su versión de la novela de
Frank L. Baum. 'El mago de Oz' se ha ganado la etiqueta de 'película de culto', que si bien se le notan bastante los años en sus acartonados decorados, antaño llenos de vida y color, y bien le la podría achacar su excesiva infantilidad; la canción de Judy Garland Over the rainbow, sus entrañables personajes y algunos detalles de la película forman parte de la historia del cine.
Frank L. Baum. 'El mago de Oz' se ha ganado la etiqueta de 'película de culto', que si bien se le notan bastante los años en sus acartonados decorados, antaño llenos de vida y color, y bien le la podría achacar su excesiva infantilidad; la canción de Judy Garland Over the rainbow, sus entrañables personajes y algunos detalles de la película forman parte de la historia del cine.
Ahora, nada más y nada menos que el director de la trilogía Evil Dead o Spider-Man acomete el proyecto de una precuela de la película de Fleming. Un proyecto arriesgado por lo que supone afrontar una obra con tan buena recepción entre el público y el reto de revitalizar su ensencia a los nuevos tiempos que corren.
Y la película final creo que puede decirse que ha sabido, sino colocarse al mismo nivel, sí ha sabido otorgarle un nuevo aire a la magia del clásico.
Si en la de 1939 se apoyaba la película en unos espectaculares decorados para aquella época, recreando un mundo mágico y misterioso, aquí se aprovechan las nuevas tecnología del 3D para recrearse en las posibilidades que trae consigo explorar (y crear) un mundo nuevo. Visualmente es bella e impactante, al menos vista tal y como está pensada, con las gafas 3D. Cabe destacar, curiosamente, unos de los mejores tramos de la película es el inicio en blanco y negro y a formato 1.33 : 1 . Todo el prólogo, hasta que Oz llega a su mundo, engancha rápidamente al espectador, sin necesidad de colores vistosos ni plantas exóticas. Seguramente en el 2D (y con el paso de no muchos años, como a la mayoría que utiliza esta tecnología ahora) la pantalla verde le acabará pasando lo que a los decorados por los que correteaba la pequeña Dorothy a través de las baldosas amarillas.
Si bien este es el aspecto en el que se podía esperar que destacase, y sabiendo también que Disney, y más en una película como la precuela de Oz, iba a meter la moralina y el típico personaje gracioso que acompaña al protagonista (aquí el mono alado, un tanto cargante), lo que sorprende es que Raimi haya intentado darle un toque socarrón y refrescante de la mano de su protagonista.
Aquí Oz se trata de un mago de feria, que apoyado por trucos baratos, mucha cara y una ambición desmesurada, se gana la vida en la carpa de un circo ambulante. Embaucando a toda dama bella que se cruza a su paso, precisamente es por un lío de faldas que acabará huyendo en globo, donde aquel famoso tornado, una vez más, transportará al mago al reino que lleva su nombre, donde todos le esperan para que les libre de la bruja mala. Lo que no saben es que su grandioso mago no es más que un timador que sólo le interesa el gran tesoro que trae consigo el reinado de Oz.
Así pues, con el carisma y socarronería que caracteriza a James Franco, tenemos un antihéroe nada típico en las películas de Disney, que acaba acompañado nada más y nada menos que por tres brujas que quitan el hipo: Mila Kunis (Theodora), Rachel Weisz (Evanora) y Michelle Williams (Glinda).
Es sobre todo cuando aparece esta última que sube enteros la película, ya que quizás en la fase de presentación del mundo el ritmo parece que se estanca y no remonta el vuelo hasta que aparece Glinda y se retoma la trama.
En contraposición del personaje cargante del mono que comentaba, tenemos a la muñeca de porcelana, un personaje trabajado con mimo que, este sí, puede grabarse en la memoria de los espectadores.
Habrá quien tilde a Oz, un mundo de fantasía de infantiloide y poco trascendente, pero a mí me ha parecido un buen ejercicio revitalizante, con la esencia de la de 1939 (la fe en uno mismo), pero guiños de humor y escenas como la conversión de Theodora en la bruja verde malvada que todos conocemos que demuestran que la película de Raimi, quizás dentro de otros 74 años, pueda ser recordada por el público, quizás no a la altura de El mago de Oz, pero sí con cariño y simpatía.
7/10
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