Bendita serie B. Es verdad que nos ha
dejado películas para el olvido, otras tantas insustanciales o, en
el peor de los casos, las que sólo recomendarías a tus peores
enemigos; pero también nos ha dado momentos de risas con los amigos,
entretenimiento casposo barato e incluso, a veces, grandes películas
de directores que a posteriori se han hecho un hueco en el gran
mercado de Hollywood.
No diré que Ted Nicolaou sea uno de
esos, ni mucho menos, el jamás salió de la serie B casposa y
desenfadada, ni tampoco diré que TerrorVision es un peliculón a
reivindicar, pero si me atrevo a decir que es de esas películas
destacables dentro de la inmundicia general de este tipo de
producciones.
Sobre todo a los amantes de las películas ochenteras
les conquistará por sus efectos cutres de rayos láser “fashion”
, criaturas entrañables alejadas de los impersonales FX de ahora,
ese gore salchichero de sangre verdosa muy cómico y nada que ver con
el hiperrealista que se usa ahora... y como no, por la familia
Putterman, Medusa y el novio heavy. Porque dentro de su caricaturesco
papel, las muecas exageradas y el doblaje casposo, cada personaje
tiene su encanto, se quedan fácil en la retina del espectador y en
la memoria colectiva. Situaciones surrealistas como el 'hangar' de
armas del abuelo, las veces que el monstruos se hace pasar por un
humano o los guitarreos al aire del novio heavy... todo fluye sin
forzados giros de guión, sin mayor pretensión que dar un rato de
fugaz diversión, mezclando ciencia ficción, terror y comedia
pícara, donde unos atrevidos señor y señora Putterman se montan un
intercambio de parejas delante de sus hijos como si nada, amén de la
decoración de la casa.
Y qué decir de la música de The
Fibonaccis, esa sintónia es pegadiza y pegajosa como las babas de
nuestra mascota plutoniana.
Con todas las limitaciones que pueden
tener esta clase de películas, quien se deje llevar por el
buenrollismo de Nicolaou, de buena gana pasará un buen rato
nostálgico y entrañable.
Y ojo, podría sacarle miga sesuda
sobre una crítica a la alta sociedad o a la misma televisión, pero
eso no es lo importante, sino disfrutarla de buena gana con las
mismas pretensiones que fue creada: ninguna.
6/10
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