viernes, 8 de febrero de 2013

Gangster Squad (Brigada de élite), conocida también como Gangster Splash (Embriagada de salitre)


Poco queda de esa irreverencia, socarronería, desparpajo y frescura con que nos sorprendió en 2009 Ruben Fleischer con Bienvenidos a Zombieland. Ya se encargó de ponernos los pies en la tierra con la infame 30 minutos o menos, y, aunque Gangster Squad, supere, cosa fácil, el nivel que aquella, sigue haciéndonos pensar que lo de 2009 fue flor de un día.

Y ojo, la cosa no empieza tan mal, todo apunta a que quería hacer una especie de homenaje al cine de gangsters con el estilo de Fleischer, en plan serial policíaco de los 70/80 que la chulería y los métodos poco rudimentarios les valían a los policías para derrotar a los malos. Y si hubiera mantenido ese tono cómico y no se hubiera tomado tan en serio, gustándose tanto a sí mismo, hubiera sido un divertimento sano al menos.
El caso es que aunque aquí se llamen John O’Mara y Mickey Cohen , todo nos recuerda a Eliot Ness y Al Capone, en aquella clásica cinta de Brian De Palma. Una brigada de pocos hombres al margen de la ley para derrocar a un capo que se ha hecho con la ciudad, métodos poco ortodoxos, malo caricaturesco... y otras cosas que ya sería entrar a contar partes importantes de la trama. Y no hay nada peor que emular a una cinta y no estar a su altura. Y eso que no es que me entusiasme del todo la película de Kevin Costner...



Aquí, lo que importa es hacerse notar, generosos ríos de sangre y balas por doquier, frases calculadas para ser ingeniosas pero sin la chispa de la espontaneidad, malotes de tebeo que no traspasan el 2D pegados al tópico con patas que utilizan como guión (lo cual no sería tan malo si no se tomase tan en serio...), pero que, paradójicamente, se utiliza el formato digital para darle un tono más veraz (algo que ya me disgustó en Enemigos Públicos, de Michael Mann). Y, me pregunto yo, ¿cómo va a quedar veraz un pegote sin alma? Y, efectivamente, más que veraz queda ridículo. Por si esto no fuera suficiente, enamorado de sí mismo, Fleischer se recrea gratuitamente con el slow-motion convirtiendo en atracción de circo, mero show vacuo, cada vez que quiere recalcar una escena importante a su modo de ver. Cuánto daño ha hecho en este sentido Guy Ritchie, Zack Snyder y demás...

A todo esto hay que sumarle los personajes estereotipados, nada profundizados y, por lo tanto, poco importantes para el espectador, meros fuegos artificiales utilizados cuando viene en gana para la gran explosión vistosa. Los actores, parecen tomarse poco en serio su trabajo en la película, y nadie les culpa, pero lo mejor se lo guarda Fleischer para el clímax final... escena de esas que acaban dando vergüenza ajena (homenaje/copia incluido a El precio del poder, de, otra vez, De Palma) .


De hecho, el resultado final no es más que un refrito de muchas películas, actualizado, eso sí, a las nuevas generaciones del 'Fast Food, Fast Film', películas de consumo rápido y olvidables al día siguiente.
La sensación de haber desaprovechado un gran reparto en un endeble guión es lo que realmente queda en la memoria al día siguiente de su visionado. Ojalá Fleischer haga reflexión y refresque sus ideas, aunque todo apunta a que quedará para esos directores que se encargan de los trabajos mediocres para rellenar las carteleras sin dejar huella alguna en sus películas.

4,5/10

1 comentario:

  1. Vaya! Con lo bien que pintaba... Aún así la veré para ver si comparto tu opinión sobre la mediocridad llegando a la ridiculez del film.


    Buena crítica.

    Un saludo

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