viernes, 28 de febrero de 2014

Dallas Buyers Club. Luchando por sobrevivir.

Título original:
Dallas Buyers Club
Año:
2013
Fecha de estreno:
14 de Marzo de 2014 
Duración:
117 min
País:
Estados Unidos
Director:
Jean-Marc Vallée
Reparto:
Matthew McConaughey, Jared Leto, Jennifer Garner, Steve Zahn, Dallas Roberts, Denis O'Hare, Griffin Dunne, Kevin Rankin
Distribuidora:
Vértigo


En la carrera por el Óscar parece que el de actor de reparto a Jared Leto está más que adjudicado. Numerosas asociaciones de críticos han premiado el excelente trabajo del actor en Dallas Buyers Club – Globo de Oro incluido – porque, efectivamente, Leto se encuentra ante el papel de su vida. Una portentosa conversión a un transexual drogadicto enfermo de SIDA en la cual el actor se mimetiza con el personaje, mediante un impresionante cambio tanto físico como vocal. Pero si el vocalista de 30 seconds to Mars brilla inconmesurablemente en el papel de Rayon, Matthew McConaughey da el golpe definitivo sobre la mesa como actor reconvertido. El tejano se labró una fama de intérprete mediocre por culpa de las comedias románticas durante los últimos años. Sin embargo, ha callado muchas bocas con su metamorfosis hacia papeles más complejos, serios y ricos en matices. Su nombre también suena con fuerza para los Óscars. Y es que McConaughey ha trabajado duro para meterse en la piel de Ron Woodrof, un vaquero mujeriego, prejuicioso y homófobo diagnosticado con SIDA a mediados de los 80.


Tanto Leto como McConaughey pasaron por una transformación física para dar mayor credibilidad a sus papeles perdiendo mucho, muchísimo peso. Los resultados, saltan a la vista. Leto ya ha demostrado en varias ocasiones su compromiso con sus personajes poniendo en riesgo su salud. Ahí quedan ejemplos como los de Prefontaine, Réquiem por un sueño o Chapter 27, papel para el cual tuvo que engordar 30 kilos. Por su parte, McConaughey está viviendo un momento muy dulce derivado de una buena elección de personajes en estos últimos dos-tres años. Desde el inadaptado de Mud, al detective de la exitosa serie televisiva True Detective, pasando por el regente de un club de striptease en Magic Mike. En Dallas Buyers Club ambos actores demuestran que su capacidad interpretativa va más allá de una cara bonita y que juntos en pantalla despiden mucha química. Suerte ha tenido Vallée de contar con los dos para su película pues Leto, por ejemplo, tan enfrascado en su faceta de músico, no pensaba volver a actuar pero, ante un papel como éste, ¿quién podía negarse?




Los halagos hacia el reparto podrían ser infinitos. No nos cansaremos nunca de alabar el resultado proveniente, entre otros cosas, de un sólido y documentado guión, inspirado en hechos reales, que ha tardado unos 20 años en ver la luz en forma de película. Craig Borten conoció al auténtico Ron Woodrof, a través de un amigo, y se interesó por su historia; la historia de un hombre cuyo ritmo de vida despreocupado lleno de fiestas, mujeres y drogas se truncó cuando contrajo el SIDA en 1985. En aquel momento, Estados Unidos vivía el auge del virus, cuando se creía que era una enfermedad casi exclusiva de los gays. Woodrof, mujeriego y homófobo empedernido, se vio rechazado por sus amistades más cercanas y condenado en vida. La película retrata la ardua lucha de Woodrof por sobrevivir al virus en un punto crucial en la investigación contra él, cuando aún se conocía muy poco sobre cómo combatirlo y muchos medicamentos se encontraban en fase de prueba con lo cual sólo unos pocos elegidos podían probarlos. El personaje interpretado por McConaughey se ve obligado a importar los medicamentos desde México y, para evitar problemas con el fisco, funda el Dallas Buyers Club. Woodrof se convirtió en un abanderado de los derechos de los seropositivos en el momento que decidió enfrentarse al gobierno por vulnerar su libertad de decisión sobre su cuerpo.



La película es un necesario y conmovedor alegato sobre el derecho a vivir que narra el dramático viaje personal de Woodrof para liberar al colectivo seropositivo del ostracismo a causa de la enfermedad. Sus motivos activistas al inicio son puramente egoístas pero, en el camino, obligado a tratar codo con codo con homosexuales, aprenderá los valores de la justicia, la tolerancia, y, sobre todo, la amistad. Su peculiar relación con el transexual Rayon evoluciona desde el recelo inicial -al principio sólo iban a ser compañeros de negocio – a una profunda amistad. Jean-Marc Vallée, como ya hiciera en la multipremiada C.R.A.Z.Y., vuelve a centrarse en la difícil vida de unos protagonistas disfuncionales cuya mayor ambición es tirar para adelante y consigue capturar con sensibilidad la esencia y ganas de vivir de sus personajes. 
 



La suma de una acertada dirección, un guión firme y unas interpretaciones poderosas dan como resultado casi dos horas de interesante metraje. La película se bifurca en varias historias – la odisea personal más la relación de amistad – para conseguir mantener el interés de un espectador que acabará embelesado ante la fuerza de una historia complicada, emocionante y necesaria. Porque si el SIDA sigue siendo a día de hoy una enfermedad sin cura, un tabú social, hace treinta años era algo más que una cadena perpetua, una condena a muerte inevitable. Gente como Woodrof contribuyó de manera inestimable a la investigación y al desarrollo contra el virus. Y es un placer disfrutar de la traslación cinematográfica de personajes pioneros y luchadores. Más aún cuando los intérpretes no sólo están a la altura si no que hacen que te olvides de que están actuando y hacen suyos dichos personajes.

8/10

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