martes, 4 de julio de 2017

Better Call Saul. Temporada 3. Desmontando a Atticus Finch





Lo dejo caer siempre que reseño una serie y ahora mismo no será excepción: la “era dorada de las series” es un concepto que lejos de implicar un momento de gloria para la calidad artística de la producción televisiva indica un momento de irrupción violenta de la lógica industrial en este nicho que supo prometer una alternativa muy fuerte a lo que se estaba convirtiendo el cine mainstream norteamericano. Aburro diciéndolo siempre, pero me arriesgo; es necesario remarcarlo cuando toca hablar de una serie como Better Call Saul, una de esas representantes de la verdadera buena televisión estadounidense. Y si nos ponemos a pensar, era fácil fallar con el spin-off de Breaking Bad tanto como era fácil vaticinar un desastre que sólo buscaba recoger más ganancia del fenómeno masivo de la serie madre (no es casualidad que el término spin-off sea un concepto devenido del mundo empresarial), sin embargo Gilligan ha sabido direccionar el show hacia nuevos espacios y nuevas interrogantes completamente desafiantes para el espectador. ¿Qué es Better Call Saul? Cometimos el error que sería una vez más la historia de un hombre echándose a perder en su tambaleante camino entre el bien y el mal (esa esperada transformación de Jimmy en Saul), para finalmente descubrir que lo que vemos en realidad es la historia de un hombre conociendo y aceptando su propia naturaleza. La figura de Atticus Finch, protagonista de Matar a un Ruiseñor, aparece allí como referencia poética para desmontar el mito del abogado bueno y eliminar de la ecuación la inútil dicotomía entre el bien y el mal.



La segunda temporada había acabado con Jimmy acorralado por Chuck y con el suspenso en torno a una grabadora que prometía desatar el infierno entre los dos hermanos. Esta vez, a diferencia del season premiere del año pasado (que trampeó las expectativas del final de la primera tanda de episodios), la grabadora fue fundamental en la historia y fue la excusa para desarrollar una complejísima trama secreta de la relación de Jimmy y Charles. Hay un momento muy desgarrador en el primer episodio que resume el punto de no retorno entre los dos hermanos: Jimmy encuentra el libro que leían juntos cuando eran niños y esto desata dulces recuerdos de tiempos más idílicos. Por un momento, ambos entran en ese juego de recordarse queriéndose, sin embargo Chuck se ve obligado a cortar despreciativamente el buen momento, no sólo porque su rencor vence todo tipo de lazo, sino porque su postura profesional se basa en la ruptura con ese idilio. Jimmy recrimina a su hermano la poca voluntad de reconciliación, olvidando convenientemente que han sido sus triquiñuelas las que han comprometido la reputación del mismo. Este momento enlaza directamente con el final, en un nuevo intento de Jimmy de hacer las paces sin tocar las culpas de cada uno y en un nuevo show de Chuck en el que intenta justificar su actitud en base al desprecio del otro. Ese es el círculo vicioso en el que ambos entraron: uno creyendo que su traviesa naturaleza nunca es dañina para nadie y el otro convencido que su dictatorial actitud puede tener un mejor final que el de quedarse completamente sólo. Ambos hermanos metidos en sus propias nociones del mundo e incapaces de entenderse. Este es el gran drama que oculta esta historia de abogados completamente atípica, esta es la trama que algunos se atreven a acusar de trillada a pesar de que pocas veces se ha narrado a partir de un libreto más inteligente y de una dirección tan acertada. Sin ir más lejos, la poética derrotista del último episodio me remite directamente a alguno de los mejores episodios de los Sopranos. Imposible no caer rendido.


Es imposible no hablar de Kim en párrafo aparte, un personaje que en principio pintaba ser poco más que testimonial pero que con el correr de las temporadas se ha agigantado más de lo esperado. En esta tercera temporada, ya en medio de la guerra entre los dos hermanos, Kim toma partido definitivamente por Jimmy, asumiendo las previsibles consecuencias. De esta manera, la abogada se convierte en víctima indirecta de las andanzas del protagonista, las cuales la dejan en una delicada posición personal y profesional. Pero es importante señalar que el personaje no lo hace desde una posición de debilidad y dependencia sino desde la decisión firme de combatir a Chuck, ese oscuro personaje que le representa la deformación de su héroe de la infancia. Hay un gran momento que define a Kim como personaje y tiene que ver, de nuevo, con la figura de Atticus Finch: ella señala a Jimmy que Matar a un Ruiseñor la había marcado de niña y era su película favorita, a lo que Jimmy comenta que era típico que las chicas suspiraran por un héroe como Finch. Sin embargo, como señala la propia abogada, ella no estaba enamorada de Finch, sino que había tomado la decisión de ser como él. Kim no es un personaje que resiste las envestidas de los enemigos de Jimmy por simple devoción amorosa, sino que ha decidido ayudar al protagonista a modo de gesta justiciera (mucho menos inspiradora que la de Finch, eso sí). ¿Su decisión ha sido la correcta? ¿Cuánto podrá el personaje resistir ser el faro moral, pareja sentimental y bombero de un Jimmy cada vez más problemático? Algunos de los dilemas que vemos esta temporada nos dan una idea, pero es sobre todo su ausencia en Breaking Bad lo que nos deja dudas acerca de cómo terminará todo. ¿Está llamada acaso Kim a quebrar y convertirse en una especie de Chuck? ¿Será ese el destino de aquellos a los que Jimmy elije como su faro moral? En todo caso, el final de temporada significa un quiebre del status quo que deja abierta la especulación de cara al futuro de la ficción. 



El otro pilar de la serie ha sido siempre Mike y la trama del narcotráfico que la emparenta directamente con Breaking Bad. Aquí ya nos habían prometido que Gus Frings entraría en escena y, como ha sido costumbre en la serie, todo se ha desarrollado de cara al fanservice. Frings era de por sí un personaje caricaturesco, muy de realizar determinadas acciones fantasmagóricas con actitud de Robocop, por lo que era terreno fértil para desatar el furor de los seguidores a partir de situaciones rebuscadas e impactantes. Siendo una trama que sabemos cómo termina (un Héctor inválido y Mike trabajando para Gus), el guion ha sabido desviar inteligentemente el suspense hacia la figura de Nacho, el gran protagonista de esta trama y cuya ausencia (otra vez) en los hechos de Breaking Bad ayuda a sembrar la duda con respecto a su destino. De momento, todo en esta historia es un coitus interruptus, destinado sólo a explotar definitivamente cuando la serie promedie su final.



Saul ha aparecido finalmente para aquellos impacientes que lo pedían, pero para su desgracia lo ha hecho de manera totalmente anticlimática, como si la propia serie quisiese dar una cachetada a los que todavía esperan que la ficción vaya por el mismo lado que Breaking Bad. De momento, si Better Call Saul tiene una virtud es ser precisamente todo lo contrario a lo que podía esperarse, todo lo contrario lo que el público está esperando siempre. Y en esa valentía radica el valor de Gilligan como figura importante y trascendente del mundo de la tv, como un verdadero aporte a esa masa de producciones cada vez más uniformes. Que el ruido que hacen las aventuras de Jimmy temporada a temporada sea tan pequeño en comparación a la serie madre, no deja de mostrar una vez más la enfermedad de la que sufre la industria.


4 comentarios:

  1. ¡Estupendo artículo! Completamente de acuerdo. Aunque que no sea tan popular no tiene que ver tanto con la industria como la propia sociedad... ésta quiere ver una serie rápida, fácil de ver, y con mucha acción que no les distraiga y hagan que miren la pantalla del móvil a la misma vez... Algo en lo que se ha convertido Juego de Tronos en las últimas temporadas, por ejemplo. Better Call Saul es lo mejor que hay ahora mismo en TV, con diferencia, una pena que no haga tanto ruido como otras series.

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    1. Es cierto que el caso particular de que esta serie no tenga un amplio público responde ante todo a lo que ese público está buscando, sin embargo también hay que resaltar que el abuso de oferta ya está casi por encima de la capacidad del mercado para consumirla. La industria tiene su cuota de responsabilidad cuando ahoga las posibilidades de series como ésta multiplicando año a año la cantidad de series de rápida digestión que saca al aire. Hay una retroalimentación interesante de analizar ahí.

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  2. Estoy hoy mismo acabando de ver Breaking Bad. Antes de ella o las dos temporadas primeras de Better Call Saúl y me gustó y divirtió mucho. En cuanto finalice Breaking Bad iniciiaré está tercera temporada de Better... que tan bien has reseñado aquí. Me han entrado muchas ganas de ponerme con ella. Gracias por ello, Emiliano

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    1. Gracias por tu comentario. Espero que te guste tanto como a mí o más.

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