miércoles, 17 de febrero de 2016

Better Call Saul, temporada 2. Confianza renovada






Ha regresado la serie que demostró que un spin-off de un gran éxito no es sólo una estafa para recaudar billetes, sino una nueva oportunidad para explorar y ampliar un universo maravilloso. El lunes se estrenó la segunda temporada de Better Call Saul y vibramos con una nueva demostración de que Vince Gilligan es uno de los grandes de la televisión actual. Tras el salto, algunas notas del episodio sin spoilers.


Arrollador prólogo
Lo mejor del episodio fue su prólogo en blanco y negro que, igual que había pasado en la temporada anterior, toma un pequeño fragmento de la vida de nuestro abogado post Braking Bad y nos muestra un mal día en su actual trabajo, con su nueva identidad. Los cuidados para no llamar la atención, la frustración de uno de los grandes estafadores modernos por estar varado en un empleo tan gris, así como esas pequeñas tretas que le permiten sacar un poco de su viejo yo afuera y seguir siendo el Saul que conocemos, aunque un nivel más mínimo. Todo expresado en unos minutos y sin diálogos, en uno de los más grandes arranques de episodio que nos ha dado la serie.



¿Conflicto moral o necesidad de aprobación?
Sin dar muchos spoilers, en la temporada pasada vimos lo poco natural que es nuestro Jimmy para ser el bueno, pero también descubrimos que era la presunta confianza de su hermano en él, lo que lo movía a intentar no ser el delincuente que era en su juventud. El viaje a sus raíces, más las revelaciones alrededor de su hermano fueron los detonantes para que Jimmy se encuentre en la situación en la que hoy está, queriendo abandonar ese camino de la legalidad, que tan forzadamente había abrazado. Aún no decidido a entrar de lleno en el mundo del crimen, nuestro protagonista planea su futuro lejos de los empleos convencionales.
La psiquis del abogado está lejos de lo que hubiésemos esperado. En la superficie hay un continuo conflicto moral que estuvo muy presente la temporada pasada (el Jimmy bajo la sombra de su hermano Chuck) y que de alguna forma vuelve en este inicio de temporada cuando parecía que teníamos a un Jimmy más cerca que nunca de Saul. En el fondo, lo de Jimmy parece más un intento de tener siempre contento a alguien que espera algo de él, ¿O eso es lo que nos ha hecho creer el episodio con su final? Ciertamente el episodio se guarda las respuestas, pero nos adelanta no sólo que el conflicto moral seguirá existiendo, sino que tomará matices más psicológicos.



A lo Breaking Bad: entre la sutilidad y la bestialidad
El detalle “cómico” lo ha aportado el personaje de Daniel Warmoldt que ya habíamos conocido en la primera temporada y que aquí acabará presuntamente mal por sus malas decisiones. Es el pequeño hueco que se le ha hecho a Mike en el episodio pero ante todo para re-introducir al personaje de Nacho, quién parece que volverá al primer plano. ¿Quién no esperaba no esperaba un desenlace bestial de las negociaciones de Nacho y Warmoldt? Cualquiera que haya visto la serie de la que esta se desprende, esperaba que el increíblemente tenso encuentro entre ambos, una de las perlitas del episodio, se fuera de las manos tarde o temprano. Y así ha sido, aunque si el camino tomado fue el de la sutilidad o el de la bestialidad, no lo vamos a revelar aquí. Sólo diremos que es muy genial.



Confianza renovada

Es difícil pensar que este episodio contente a quienes ya estaban descontentos con la serie. Es más un episodio de renovación de confianza, que abre algún que otro frente nuevo, pero sobre todo pareciera ser el episodio 11 de la primera temporada. No ha cambiado mucho y sigue avanzando sin prisa hacia lo que tiene planeado. Es una gran virtud que se puede decir de esta serie, que pese al llevar sobre los hombros la comparación con Breaking Bad, no le interesa mucho ser lo que todos esperan de ella. El plan está trazado y estamos ávidos de saber a donde nos llevan.

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