sábado, 19 de diciembre de 2015

45 años. Desengaño tardío.



Título original:
45 Years
Año:
2015
Fecha de estreno:
18 de Diciembre de 2015
Duración:
93 min
País:
Reino Unido
Director:
Andrew Haigh
Reparto:
Charlotte Rampling, Tom Courtenay, Geraldine James, Dolly Wells, David Sibley, Sam Alexander, Richard Cunningham
Distribuidora:
Golem

Las relaciones conyugales son un tema recurrente dentro del séptimo arte. Desde una perspectiva cómica o dramática, los problemas que se generan dentro de una pareja dan mucho de sí para ahondar en el lado amargo de ese sentimiento voluble, arbitrario y universal conocido como amor. Las representaciones pueden ser muy diversas, tantas como maneras de convivir en pareja existen, pero pocas películas han ahondado en el paso del tiempo y la fragilidad de este pacto interpersonal como ’45 años’, una obra que encumbra a Andrew Haigh como uno de los mejores retratistas actuales de las relaciones humanas y los débiles mimbres que las sustentan.




Apartándose por primera vez de la temática homosexual y centrándose en un relato de David Constantine, el director inglés recoge la historia de un matrimonio de edad avanzada que se desmorona a pasos agigantados tras la revelación de un hecho trágico del pasado. Al igual que la señora Dalloway, Kate Mercer (Charlotte Rampling) tiene que hacer frente a los preparativos de una fiesta, en este caso la renovación entre amigos de los votos matrimoniales, mientras que asume de manera violenta la verdad, hasta ahora oculta, de su presente. La aparición de un cadáver, el primer amor de su marido, despertará a un fantasma desconocido y omnipresente que hará replantearse su larga relación y poner en duda cuanto le queda.

¿Es posible volver a empezar cuando el paso del tiempo parece que tan solo exige vivir de recuerdos? Esta es la pregunta que sobrevuela el metraje desde el primer momento y se va haciendo cada vez más fuerte con cada nuevo y revelador descubrimiento. Todo desde la más absoluta sutilidad, mediante un guion perfectamente dosificado y poco reiterativo que permite al espectador ir construyendo este retrato de engaños al mismo tiempo que la protagonista. Los diálogos juegan con la baza de la simplicidad y la austeridad, aumentando la desazón oculta que se palpa en el ambiente y dibujando con pequeñas pinceladas toda una vida en común.

El trabajo de cámara es frío y minucioso, dando vida de manera contemplativa a la psicología interna de los personajes a través de pequeñas acciones que se desarrollan paulatinamente en el transcurso de pocos días. Como colofón final asistimos a la celebración de la fiesta, una secuencia que estalla sin fuegos de artificio con una arrastrada carga emotiva macerada a fuego lento, convirtiéndose en uno de los mejores finales de lo que llevamos de año y engrandeciendo aún más el conjunto.

Aunque Charlotte Rampling lleve más de medio siglo dedicada al mundo de la actuación, ha sido este personaje el que le ha permitido reivindicar el lugar que se merece. La actriz se muestra soberbia y especialmente creíble en un rol hecho a su medida, que gana a través de la contención, repleto de matices que van mucho más allá del exceso generalizado en la industria. Su trabajo deja constancia una vez más que una mirada, un silencio, un llanto reprimido transmiten más dolor que cualquier reacción histriónica que se pueda llevar a cabo. Por su parte, Tom Courtenay no se queda a la zaga y se mimetiza con su particular Geoff Mercer, un hombre enfermo y abatido que, pese a sus errores, genera un alto grado de compasión y empatía. 


8/10

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