Miguel Gomes nos presenta con Tabú la vida de Aurora, una anciana ludópata ya en sus días bajos, visto desde la perspectiva de Pilar, una fiel amiga suya.
La historia, fotografiada en un expresivo blanco y negro, se presenta dividida en tres tramos: Un prólogo, sobre un explorador, su difunta mujer y un cocodrilo; la primera parte llamada 'Paraíso perdido', y la segunda parte llamada 'Paraíso'. En su conjunto la película toma como referencia la homónima película de Murnau de 1931, tanto en título como en trama central, pues aquí también se trata de un amor prohibido como se irá viendo según transcurra la trama.
El prólogo introduce de manera acertada la historia, de forma fabulesca, donde un explorador, desolado por la muerte de su esposa, acaba siendo devorado por un cocodrilo, quedando parte de su alma dentro de éste. Una pena que luego se olvide la bella sencillez y concisión de esta parte, ya que el problema principal de la película radica en todo lo contrario: un explayamiento innecesario, tedioso y pretencioso.
Para empezar, en la primera parte se confunde al espectador presentador como protagonista a Pilar, la amiga de Aurora, cuando según avanza la trama y en toda la segunda parte descubriremos que la verdadera protagonista es Aurora. A ésta se la presenta casi humorísticamente, dado a sus divagaciones y paranoias ya propias de alguien con un pie en la tumba. Ludópata, olvidada por su hija (lo único que hace por ella es contratarle una criada, Santa, para cuidarla) y obsesionada con que su criada la tiene manía, Aurora se encomienda a Pilar para que rece por ella a San Antonio y le libre de tales brujerías del demonio.
En un virtuoso plano de 360º se introduce el sueño de Aurora, devenir de lo que será la segunda parte, y de gran importancia para entender su personaje.
Paralelamente vemos las frustraciones amorosas de Pilar, y esbozadamente, los intentos de Santa por aprender a leer/escribir (dato que poco aporta a la trama, todo sea dicho).
Este humor torpemente introducido, se olvida por completo en la segunda parte, centrado en el amor pasado de Aurora y Gian Luca en el Monte Tabú, en África, contado por el mismo Gian Luca, ya anciano.
Esta segunda parte recupera el tono del prólogo, pero adquiere un nuevo lastre, la incesante voz en off de Gian Luca que no deja fluir la belleza de recuperar el cine mudo. En este tramo se opta por silenciar los diálogos, dejando sólo el sonido ambiental, lo cual dota de dramatismo la historia, pero el experimento falla al recargar el oído del espectador contando toda la historia en vez de dejar avanzar la imagen e imaginación del espectador por sí misma.
La versión portuguesa de la canción "Be My Little Baby", aporta el toque musical a la película.
En resumidas cuentas, nos quedan unos personajes con los que es difícil empatizar, dado el egoísmo y poco carisma que muestran, una historia tirando a un corte melodramático nada novedoso, donde lo más destacable queda la fotografía y la estructura narrativa, que es la que realmente aporta algo de interés a la trama, presentando el futuro desesperanzador como presente y el presente ideal como recuerdo del ayer; claro que para ver lo jodido de la vida con leves adornos de amor, mejor optar por el Amour de Haneke.
Como curiosidad fílmica y/o para amantes de los circuitos independientes del cine, podría ser interesante este tercer film de Miguel Gomes.
El pobre cocodrilo debe pensar que merecía mayor atención que la pareja de tortolitos... yo también lo pienso.
5/10
Buena crítica en tu estreno. La tengo a medias, cuando la terminé comentaré por aquí, porque creo que vamos a estar un poco en desacuerdo. :)
ResponderEliminarhombre, yo contaba con que te gustaría y podremos intercambiar opiniones, pero como tardes mucho en terminarla la borraré por completo de mi cerebro xD
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