viernes, 8 de diciembre de 2017

El Vacío. Sobre Lovecraft, Carpenter y la explotación de la nostalgia.


Título original:
The Void
Año:
2016
Fecha de estreno:
8 de Diciembre de 2017 
Duración:
90 min
País:
Estados Unidos
Director: 
Jeremy Gillespie, Steven Kostanski  
Reparto: 
Ellen Wong, Kathleen Munroe, Aaron Poole, Kenneth Welsh, Art Hindle,Daniel Fathers, Stephanie Belding, Amy Groening  
Distribuidora:
Segarra Films


Cualquiera que se haya pasado por un foro de internet o algún canal de youtube dedicado al terror, sabrá reconocer que en la última década se incrementó la fama de HP Lovecraft entre los lectores jóvenes aficionados al tema, y particularmente del corpus de cuentos que se conocen informalmente como “Los Mitos de Cthulhu”. Lo cierto es que si hoy existe una terminología como “terror cósmico” y “lovecraftiano”, lo es gracias  todo ese colectivo de fans que ha hecho de la obra del autor un culto. ¿Pero qué es lo lovecraftiano y que tiene que ver con el cine? Sin ser un experto, puedo resumir que la forma en que Lovecraft concibe el terror sólo es posible en un marco muy particular de la historia: de un hombre enfrentando la abrumadora realidad de la expansión del conocimiento científico, sin haber abandonado del todo el temor religioso del que apenas se está liberando. En la literatura del británico, los personajes siempre son pesimistas con respecto al avance científico, siempre son temerosos de llegar un día a conocer lo que no deben y, sobre todo, son pequeñas hormigas que por casualidad terminan envueltos en una trama más grande de cultos oscuros y entidades primigenias que los supera y los lleva hacia la locura. La demanda por este tipo de historias que el lector de Lovecraft empieza a ejercer en todos los medios ha pasado por diversos formatos (el videojuego sobre todo) y se hace extensiva también al cine, en el que se erige como una aparente salvadora de la lamentable actualidad del género. Sin embargo, que El Vacío, gran película de Kostanski y Gillespie, ostente al día de hoy el triste honor de ser el único ejemplo de película decente que ha abordado los temas antes mencionados, habla a las claras de los límites que esta “revolución temática” tiene dentro del cine de terror.

Ciertamente El Vacío no es buena por lo que bebe de Lovecraft sino por lo que rechaza. En la introducción daba a entender lo anacrónico que resulta esa mirada solemne al denso drama del ser humano que contempla lo inconcebible, tan propia del escritor británico, cuando se la implementa a una película moderna. Curiosamente el cine de ciencia ficción americano de los 50, que nacía al abrigo de temores y paranoias que se tomaban muy en serio, tiene mucha afinidad con lo que se entiende por lovecraftiano. Sin embargo, la primera adaptación de lovecraft la hizo Corman en los 60, con un espíritu diametralmente opuesto y con todos esos temores ya superados. Hoy más que nunca nadie le tiene miedo al progreso científico, y mucho menos Kostanski y Gillespie, dos directores que han demostrado ser bastante juguetones a la hora de plantear un drama humano y una puesta en escena (baste mirar la divertida Manborg). De esta forma, El Vacío se enfoca en lo entretenido del terror y no en lo reflexivo. Estamos más cerca del cine de Carpenter y de películas como “Asalto a la comisaría del distrito 13” o La Cosa, donde el terror se circunscribe sobre todo a la necesidad de la supervivencia y poco o nada al temor a lo desconocido.


Al no existir lo tremendo de ese drama humano (en el guion todas los pequeños conflictos que los personajes desarrollan son los típicos de una película de terror), la sensación que queda es que la película se suicida comercialmente cuando intenta atraer a los fans del “terror cósmico”. Más bien debería venderse como lo que es: otro pastiche de referencias ochenteras ideales para los que hoy se hacen llamar nostálgicos. Sí, El Vacío es otro producto nacido al abrigo de la explotación de la nostalgia, pero a diferencia de muchos de esos productos, es una película con valores importantes de realización que la redimen y la ponen bastante por encima de muchas de esas obras añoradas. Resulta curioso como la película no parece una imitación prefabricada en una sala repleta de empresarios (el pecado de Stranger Things), sino que acaba siendo una película más de la época. Esto es porque los directores de verdad piensan el cine de esa manera y lo llevan adelante a la perfección.


En algún momento habrá que dar el debate acerca de las trampas de la nostalgia y el daño que le ha hecho al cine fantástico, y hasta qué punto estos productos que se mimetizan con un pasado cada vez más lejano no están intentando ocultar una anemia creativa preocupante y sobre todo, una falta de capacidad para apropiarse y resignificar esa herencia cinematográfica. Ahora mismo me da pereza ser aguafiestas: El Vacío es de lo mejor que un buen consumidor de terror puede aspirar encontrarse en una sala de cine y es mejor aprovechar la oportunidad.

7/10

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